Junio 17, 2016 -- Michael Miller
Jefferson estaba llorando cuando salió del busito ayer por la noche mientras se dirigía hasta la puerta de la casa de Miqueas. Los chicos corrieron fuera de la casa a saludarlo cuando vieron que el busito se estacionó, dando emocionados gritos de alegría. La puerta del busito se abrió y salió Jefferson — y de inmediato fue cargado sobre los hombros de Ismael! Todos los chicos lo abrazaron y le dieron unas palmaditas en la espalda, pero él se mantuvo llorando. Luisito, quien apenas dejó las calles hace seis meses, y con la característica franqueza de un niño de la calle, cuestionó, "Hey, ¿por qué lloras?"
“¡Porque estoy feliz!" fueron las únicas palabras que Jefferson logró decir a través de sus lágrimas.
Jefferson está de regreso. Él se había perdido, pero fue encontrado de nuevo. Fue casi exactamente un año a la fecha en que se recogió a este chico de trece años de un callejón donde había hecho una casa de cajas de cartón con un grupo de jóvenes de la calle mayores que el. Siempre nos llena de alegría el poder rescatar a un niño de la calle, pero la entrada inicial de Jefferson a la familia Miqueas en aquel entonces fue muy difícil. Como su cuerpo estaba desintoxicado, y le gritaba por las drogas que consumía a diario en las calles, desarrollaría rabias de enojo y amenazaría a los chicos y también al personal. Una vez que aquella rabia se le calmó, entonces, se podía ver al niño triste y quebrantado.
(Para más información sobre el ingreso inicial de Jefferson a la familia Miqueas, clic en el siguiente link: No nos Rindamos: Una Línea de Tiempo para el Rescate de un Niño de la Calle )
Los demonios que Jefferson llevaba adentro lo llevaron de regreso a las calles en Diciembre del anno pasado. Le encontraríamos en el centro de Tegucigalpa, durmiendo bajo otra caja de cartón. En ocasiones el pretendía decirnos que todo estaba bien, que él estaba bien durmiendo y pasando su vida lejos, en las calles. Pero esa misma mirada derrotada permaneció en sus ojos.
Hace algunas semanas, Jefferson apareció en el portón principal de la Casa Miqueas. “Ya no quiero vivir de las calles más”, tristemente lo repetía una y otra vez. Nuestra trabajadora Wendy, le ayudó a ingresar a un programa de desintoxicación que está a tres horas de largo. El día que se fue para el programa, oramos mucho por él, porque muchas veces estos chicos no duran pero ni dos días en estos programas de desintoxicación, aun peor dos semanas. Pero Jefferson lo soportó decidido a luchar por su regreso a Miqueas.
Mientras comíamos, los chicos rodearon la mesa y compartieron palabras de ánimo con Jefferson. Se dio la casualidad que teníamos chicos y jóvenes de todas las generaciones alrededor de la mesa. Danilo, quien entró en Miqueas en el 2000 y ahora es nuestra educador de noche, Pedro, que entró a Miqueas en 2002, Juan Carlos, quien se unió a nosotros en 2005 y Héctor, quien se unió a Miqueas en 2008…Todos estaban allí para apoyar a Jefferson en su decisión de luchar por su futuro. Tocamos una canción que Pedro había escrito cuando vivía en la Casa Miqueas llamada "Me caí, pero me levanté." Resume perfectamente las palabras que todos nuestros muchachos, pasado y presente, compartieron con Jefferson alrededor de la mesa: te caíste, pero has decidido regresar y seguir luchando. Te queremos y estamos aquí para apoyarte".
El día uno fue una celebración alegre, que hizo a Jefferson sentirse amado y apreciado. Pero hoy es el día dos, y el verdadero trabajo comienza. Tiene tres enemigos brutales: la esclavitud física de la adicción, el quebrantamiento emocional del abandono y la oposición espiritual de nuestro enemigo que le encantaría nada más y menos que verle caer una vez más. Nos va a tocar hacer un trabajo muy duro, paciencia y mucha oración para mantenerlo en el camino de sanación.
¡Ahí es donde usted entra! Por favor ore por él a diario, que esta hermosa fiesta de bienvenida sea permanente y que pueda experimentar una sanidad física, emocional, y espiritual cada día. Sus oraciones por él lo sitúan en el mero corazón de esta batalla entre la vida y la muerte. Aunque usted quizá no viva en Tegucigalpa, llega a ser una gran parte de la familia de Jefferson cuando usted lo levanta en oración a su Padre Celestial.
Mediante sus oraciones, usted se une a nosotros diciendo, “bienvenido a casa, hijo. Estabas perdido, pero ahora has sido encontrado. Vamos a hacer todo lo que está en nuestro poder para ayudarte a escoger tu vida.”
Muchas gracias por ser una parte de la familia de Jefferson,
Michael Miller