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Septiembre 22, 2014 -- una refleccion por Eduardo Barahona

Vine a Miqueas en 2006. En 2005 empecé a trabajar en la Escuela Internacional de Tegucigalpa (www.internationalschool.hn), y dos compañeras de trabajo que se habían graduado de la Universidad Wheaton eran voluntarias en Miqueas durante los fines de semana. Rachael y Erin me hablaron del proyecto, lo que estaba haciendo y la forma en que estaban involucrados. Pensé que sonaba como una gran oportunidad y se mantuvo guardad en mi cabeza.

En 2006 fui a Union Church (Iglesia Union) como invitado, mientras se celebraba la resurrección de Cristo. Yo ya había ido algunos años atras, y realmente me gusta visitar esta iglesia estas temporadas del año. Durante el desayuno después del servicio, me encontré con Michael. Empezamos a hablar sobre el proyecto y sobre nuestros maestros actuales que se ofrecen como voluntarios, y él me invitó a visitar el proyecto también.

Disfrutando con Héctor en la antigua Casa Miqueas

Más tarde, esa misma semana fui a Miqueas, y así fue como empezó todo. Conocí a los chicos, vi de lo que el proyecto se trataba, y me sentí como en casa. Este momento de mi vida fue muy difícil: había dejado la iglesia en la que había crecido, servido y que había sido una gran parte de toda mi vida. Me sentí fuera de órbita y sin ser un miembro de una iglesia.  Miqueas me brindo un lugar seguro. Me di cuenta que podía colaborar como voluntario al visitar el proyecto un par de veces a la semana.

Me involucré en Miqueas, haciendo estudios bíblicos con los chicos, pero más que eso, construyendo una relación con ellos.

Con mi buen amigo John Bell

Llegué a conocer a estos chicos por su nombre, sus historias, y pude ver cómo Miqueas estaba transformando vidas en Honduras. Para ser honesto, creo que Miqueas me adoptó también.  Encontre una comunidad en la que puedo hacer ministerios y crear relaciones sólidas con los chicos y el personal. Yo estaba excluido de una parte de mi país a la que no había conocido hasta ahora.

Axelito y Miguelito tocando una canción para los estudiantes de la Escuela Internacional

Una de las áreas en las cuales me involucre, fue con el fútbol en la calle. Este ministerio se lleva acabo todos los viernes por la tarde-noche, donde, junto con el personal de Miqueas y algunos profesores de IST, jugamos una hora de fútbol con las personas de la calle (se supone que es con niños de la calle, pero rápidamente se convirtió en un evento al que asistieron personas de todas las edades), predico durante 5 minutos (la mayoría estaban muy drogados con el resistol amarillo, por lo que su capacidad de atención era muy corta), y les brindamos alimentación: Tenía que admitir que fue una experiencia muy difícil: me sacó de mi zona de confort, pero me hizo darme cuenta de que estas personas sin hogar tenían un nombre y una historia. Me hizo darme cuenta que estas son personas con necesidades, y no simplemente personas que se  acercan a mi automóvil en los semáforos para pedir dinero.

Megan, una maestra de IST, pasa tiempo con Belén durante el futbol de calle

El ministerio de la calle era también una oportunidad para involucrar a algunos de mis compañeros de trabajo. Empecé a invitar a algunos profesores a venir después de la escuela en un viernes para pasar el rato, jugar y conocer a la gente en esta actividad. Después de ser parte de esta actividad algunos de los maestros se involucraron más con Miqueas, visitando el proyecto durante la semana, como tambien creando vínculos con los niños y el personal de Miqueas.

Después, se me preguntó por Michael si quería formar parte de la Junta Directiva de Miqueas. Me he sentido honrado de ser parte de ella, dando mi opinión desde el punto de vista de Honduras ya que todos los demás miembros de la junta son norteamericanos. Ha sido una bendición de servir con esta Junta. Puedo decir sin duda que los miembros de la Junta Directiva, primeramente aman a nuestro Señor, y en segundo lugar, aman el Proyecto Miqueas y su ministerio.

Una maestra de la Escuela Internacional, Brittany, hace amistades con algunas niñas durante el fútbol de calle.

Una cosa por la cual me encanta vivir en Honduras es que puedo visitar el proyecto en cualquier momento. Cuando tengo chance, voy a los cultos los domingos por la noche, a veces llevo algunos de los estudiantes de la escuela secundaria de IST para que colaboren en Miqueas, o simplemente para que pasen un rato con los muchachos y el personal.

Visitando con los muchachos durante una tarde de fútbol de calle

Miqueas ha llegado a ser parte de lo que soy: he puesto fotos de lo que está pasando en Miqueas en mi página de Facebook, menciono Miqueas cada vez que estoy predicando, veo a los chicos como a mis hijos. Es mi oración que cada vez más hondureños se involucran con Miqueas y ser parte del cambio que tiene lugar en la vida de estos jóvenes. Es imposible ser parte del proyecto y no ser cambiado en el proceso. Gracias Michael Miller y Proyecto Miqueas por darme la oportunidad de venir al lado de ustedes. Oro para que Dios nos permita continuar caminando juntos por muchos años más!

Eduardo Barahona

Con algunos de los miembros de Miqueas y los chicos