Agosto 20, 2015 -- Michael Miller
Junio 19, 2015. Siete días después de que Jeff se convirtiera en un niño de Miqueas. Este ha sido uno día duro. Jeff está en pleno proceso de desintoxicación que a sus trece años de edad, su cuerpo lucha contra la adicción a la cocaína. Puede ver la angustia interna escrita en su rostro como su cuerpo y mente gritan por sus deseos adictivos para que se lleven acabo. Esta tarde, él se molesta por un problema con un balón de fútbol y entra en un colapso a gran escala. Él empieza a gritar obscenidades a cualquiera que esté en la sala de estar en el momento. Al darse cuenta de un cuchillo en la cocina donde nuestra cocinera Aida está preparando la cena, el corre y lo agarra. A medida que se dirige hacia la puerta principal de la casa, no se se realmente quiere alcanzar a uno de los otros chicos con el cuchillo o si tiene la intención de hacerse daño a si mismo.
Yo luché contra el cuchillo que tenia en sus manos. Jeff corre para afuera, encuentra algunas rocas de nuestro camino de grava y empieza a tirarlas a la casa. Corre de vuelta en varias ocasiones, exigiendo que se le abra el porton principal para poder volver a las calles. A pesar de que normalmente es de modales suaves, la expresión de su cara ahora es de pura rabia. Becca y yo decidimos mantener una conversación normal, mientrs el continua con su rabia alrededor de nosotros, con la esperanza de demostrar que su crisis no se convierta en nuestra crisis, y que todo va a estar bien.
Quince minutos pasan y la furia comienza a disiparse. El vuelve a entrar en la casa y se sienta con nosotros en el sofá. Con el mismo tono tranquilo que hemos estado utilizando unos con otros, le hacemos saber otra vez lo difícil que debe ser para él de superar su adicción. Lo alentamos a seguir luchando y nos comprometemos a luchar con él. Comienza a llorar y él se inclina hacia mí y me abraza con fuerza. "Es sólo que nunca he tenido un padre o madre antes", nos dice, como si él tiene que encontrar una excusa para ser un chico de la calle. Se queda con nosotros en el sofá por un buen rato, luego se levanta y va a buscar la bicicleta que le habíamos comprado un par de días antes. Él pasa la próxima hora montado en su bicicleta roleando alrededor de nuestra propiedad, echando fuera todo el sudor y las toxinas que todavía son parte de su sistema.
La rabia ha pasado y la crisis ha terminado, siendo por el momento.
11 de junio de 2015. Un día antes de que Jeff se convirtiera en un niño de Miqueas. Estamos hospedando un grupo de una de nuestros principales iglesias de apoyo en Houston esta semana y nos estamos preparando para llevarlos a las calles para un tiempo de ministerio con niños de la calle. Unas semanas antes, nuestro ministro Stephen Kusmer había encontrado un grupo de niños que nunca había visto antes, y habían estado visitandolos casi a diario desde entonces. Nuestro grupo de visitantes se van de miqueas en uno de nuestros busitos, atraviesan por el centro de Tegucigalpa, y el camino se estrecha a través de las calles del mercado por l multitud de gente.
A varias cuadras más allá del mercado, el busito gira a la izquierda en un callejón que conduce hacia el río que corre a través de Tegucigalpa. El grupo se detiene frente a tres cobertizos improvisados; refugios hechos de cartón, plástico y cualquier otra cosa que los chicos pudieran agarrar del contenedor de basura. Hay siete muchachos que viven en este callejón, de los cuales Jeff es el más joven. Se amontonan juntos para darse calor en la noche, a pesar que los cobertizos no son suficientes para impedir la entrada de las lluvias que son abundantes en esta temporada del año. Aunque este callejón no es lugar para que un niño viva, los muchachos han hecho todo lo posible para que sea un hogar. Incluso tienen una pequeña zona de cocina donde se puede hacer un fuego para calentar café o cocinar unos frijoles.
Aun con la bruma de drogas, los chicos se animan cuando ven nuestra busito. Stephen ha acumulado un nivel de confianza con ellos y que nadie más lo tiene, y ellos saludan al equipo de trabajo con sonrisas y abrazos. Jeff esta recostado en un pedazo de esponja que anteriormente usaba para ponerla sobre una cama de resortes que tenía. Él se pone feliz de ver a Stephen y el grupo, y pasa mucho tiempo jugando con su celular. Mientras el grupo se prepara para salir después de una hora mas o menos, invitan a Jeff a unirse a ellos y a los chicos de Miqueas al día siguiente para pasar la tarde en la piscina.
No sabíamos entonces, pero esa invitación a un día de natación rompería las últimas barreras de la desconfianza que Jeff albergaba. Pasaría un día feliz con nosotros ese día, chapoteando en el agua, llevando a tuto a algunos miembros del grupo. Al regreso, el pasaría un par de horas en la Casa Miqueas — con nuestra manera subrepticia de dejar que él nos visite sin la presión de tener que tomar una decisión inmediata para quedarse o irse. Unos días más tarde, tamaria la decisión de unirse a la familia Miqueas!
Julio 12, 2015. Un mes antes de que Jeff llegara a ser un chico de Miqueas. Cuando un niño que tiene problemas con la adicción a una droga entra a la casa Miqueas, nosotros tendemos a celebrarle su recorrido por un largo tiempo. Esta noche, tuvimos una cena especial para celebrar el primer mes de Jeff con nosotros. El ha escogido su comida favorida, (pollo frito!) y también le tenemos unos cuantos regalos.
Ha sido un mes muy difícil, pero las explosiones de rabia que Jeff ha sufrido se han convertido en algo más tenue, y están pasando con intervalos más largos entre cada una de ellos. Tenemos que celebrar este mes con él, para hacerle saber que él está en el camino correcto y no debe renunciar ahora! Nos reunimos en torno a las mesas del comedor como una familia para disfrutar del pollo frito. Después de la comida los otros chicos pasan algún tiempo hablando palabras de aliento a Jeff. Honestamente, este ha sido un mes difícil para ellos también. A pesar de que muchos de ellos pasaron por el mismo proceso áspero de desintoxicación, las explosiones de Jeff han sido difíciles para ellos para hacerles frente ... que han traído la inestabilidad temporal de una casa que se nutre de la rutina y la unidad. Muchos de los chicos han tratado de llegar a él por medio de la amistad, pero han sido intimidados por la inestabilidad que muestra.
Las palabras que le dicen esta noche, sin embargo, me hacen sentir muy, muy orgulloso de ellos. Le animan a mantenerse firme, le recuerdan que Dios está de su lado, ellos relacionan sus luchas similares con él al vivir en las calles, y le aseguran que van a estar con él en su batalla entre la vida y la muerte. Ellos son amables y alentadores y con una visión hacia el futuro. Son sólo adolescentes, pero hablan con la sabiduría más allá de sus años.
Sin embargo, el que más llega a mí, es el pequeño Noé. Su viaje desde las calles hasta la Casa Miqueas fue el más difícil de cualquiera de nuestros chicos, incluso más que Jeff. Era adicto tan a fondo al resistol amarillo que apenas podía caminar cuando entró por primera vez la Casa Miqueas. Un año y medio más tarde, y todavía vemos la recuperación de Noé como un gran milagro. A pesar de que tiene once años, él tiene una manera infantil, inocente en él que se le hace ver mucho más joven.
Noé levanta la mano para hablar con Jeff después de que varios de los chicos ya han compartido. Nerviosamente yo le hablo, sin saber muy bien qué palabras van a salir de su boca. Una vez que toca fondo, dice, "Sólo quiero decir que me alegro de que Jeff sea mi amigo." Muy simple, muy inocente. Pero de todas las palabras que se hablan en esta noche, sé que son las más significativas para Jeff. Él está tan seguro de que no vale nada; que su vida pasada lo descalifica de ser amado y aceptado. Las palabras de Noé son exactamente lo que el necesita oír, y mientras yo pronuncio una oración silenciosa de acción de gracias, puedo ver la cara de Jeff como se ilumina mientras escucha.
La celebración del primer mes de Jeff culmina con un festival de abrazos, la familia Miqueas se reúne para recordar físicamente que este muchacho tambien es uno de nosotros. Tengo la esperanza para él; el camino delante de él es largo y con muchos baches en el mismo, pero esta noche es un momento de saneamiento y gracias.
Agosto 12, 2015: Dos meses hace desde que Jeff se unió a la familia Miqueas. Esta mañana, me siento casi abrumado por un sentido de acción de gracias. El camino diario de Jeff sigue siendo muy difícil, pero ha demostrado una enorme mejora en comparacion a su primer par de semanas con nosotros. Estoy muy agradecido con los misioneros y los empleados de Miqueas por estar con él. Sintiendo la intensa batalla espiritual, no sólo con Jeff, pero tambien con los otros chicos, así, este grupo de personas llenas de fe tuvo una semana de ayuno y oración hace un par de semanas para implorar al Señor por Jeff y los demás chicos. Me siento honrado y alentado de poder participar en esta batalla de vida o muerte con este grupo de humildes guerreros. También estoy muy agradecido por Miqueas 2.0. Sinceramente, no creo que Jeff lo hubiera logrado si hubiéramos estado todavía en la antigua Casa Miqueas. Simplemente no era el espacio adecuado para permitirle hechar fuera la rabia y el dolor durante su tiempo de desintoxicación. Él habría terminado de nuevo en las calles. El establecimiento de aquí en Miqueas 2.0 ha sido una parte vital de su proceso de saneación. Ha tenido el espacio para gritar y gritar de la rabia sin ser un peligro para sí u otros. Y cuando se desgasta, y finalmente se calma, es envuelto por la paz de este lugar.
Por último, estoy muy agradecido con cada uno de ustedes, la familia Miqueas extendida en todo el mundo. No podríamos seguir rescatando a los niños de las calles sin su fiel apoyo financiero. Es un milagro que Jeff ha estado aquí durante dos meses, y usted es parte de ese milagro cada vez que le da a este ministerio!
No sé lo que las próximas semanas y meses tienen para Jeff. A menudo, cuando lo observo desapercibido se ve triste, y yo sé que el trauma de su vida pasada nunca está lejos de sus pensamientos. Me recuerda a seguir reclutando guerreros de oración para orar por el.. Sinceramente, creo que el Señor escucha sus oraciones para con los niños como Jeff y actuará sobre sus oraciones en su nombre. Oren por nuestro personal, también! Últimamente, hemos experimentado todos el Chikungunya (un virus tropical terrible) hasta picaduras de escorpión pero seguimos esforzandonos por amar a estos muchachos. Podríamos utilizar la fuerza de sus oraciones!
Gracias por colaborar con nosotros en este viaje. Gracias por animarnos a no rendirnos por problemas tan dificiles como los de Jeff, sabiendo que, en el Señor, nuestro trabajo no es en vano! Sabemos que Él va a ganar la victoria en la vida de Jeff!
¡Muchas gracias!
Michael Miller