A primera vista, todo bajo el puente parece estar en un estado de descomposición. Su extensión cruza el río pútrido, lleno de aguas residuales que divide el Distrito Central y los mercados de Comayaguela. Los miles de proveedores en el mercado utilizan el río y su planicie de inundación como un vertedero de toda la basura, verduras podridas, y partes de animales que son restos de las ventas de cada día.
Pero enmedio de toda esa basura putrifacta bajo el puente, se encuentra decadencia de vida humana. Sesenta a setenta niños que se encuentran bajo esos puentes, queman su cerebro y destruyen sus vidas mediante el consumo del resistol amarillo. A medida que la vida cotidiana de la ciudad capital fluye a través del puente por encima de sus cabezas, la adicción al pegamento amarillo se apodera de estos niños que viven en un punto muerto. La vida se destila hasta el siguiente consumo que recorre sus cuerpos fragiles.
El Proyecto Miqueas ha estado expandiendo su alcance a niños de la calle en los últimos años. Poco a poco, hemos llegado a conocer sus nombres e historias, y han llegado a confiar en nosotros. Tenemos un equipo de calle que va regularmente a la zona del mercado para llegar a los niños. Varios muchachos se han unido al proyecto Miqueas debido a nuestro alcance en las calles, incluyendo José Luisito, el nuevo miembro de la casa Miqueas, que se muestra en la foto de abajo. Ha sido una enorme bendición el ser parte de sus vidas mientras diariamente se alejan pequeños pasos de distancia del resistol amarillo y el llamado de las calles. Otros aparecen en la puerta de la casa Miqueas de vez en cuando, necesitando alimentos, atención médica, o simplemente alguien con quien hablar. A menudo, somos conmovidos en lágrimas por el deseo de ayudarles más allá de lo que somos capaces de hacer. Apreciamos sus oraciones como Dios nos llama a desempeñar un enorme papel en la vida de estos niños preciosos!